El cardenal, hombre de estricta moral, sorprende in fraganti a un pa¡rroco y a una monja en el asiento rtasero de una limousine. El impacto de semejante vision es demasiado para su corazon, y tras sufrir un ataque se ve obligado a guardar cama en un monasterio cercano, donde se ha recluido al parroco para alejarlo de las tentaciones del mundo material. Sin embargo, la tentaciónn vive en casa, y cada noche en le monasterio, las monjas de clausura se quitan la sotana para recibir entre sus brazos y entre sus piernas, a los monjes a los monjes y sacerdotes que por alla pasan, incluido al viejo cardenal convaleciente. . .