Jóvenes chicas acostumbradas a a la vida de campo, naturales como lechugas y a tratar como animales, tan pronto como sufren la mínima calentura interna, no se andan por las ramas y con el primer individuo masculino que se cruzan, lo ordenañan con sus sufridas manos y con sus suaves labios,para enderezar su miembro, para luego introducírselo en sus húmedas cavidades. Sobre todo y con gran entusiasmo se declinan por la penetración anal,con la que llegan al deseado orgasmo u orgasmos. Natural como la vida misma.